¿Cuánto cuesta un minuto?
En el mundo empresarial la gran mayoría de las cosas tienen un valor y el tiempo no puede dejar de ser una de ellas. La eficiencia, la eficacia, el coste de oportunidad, los salarios… de una empresa se miden en función de los tiempos empleados para producir. Cuánto más en menos tiempo, más productivo eres y por tanto, tu remuneración variable es mayor a final de mes. En un mundo tan competitivo la supervivencia de una empresa depende de una buena gestión del tiempo. Lo que se antoja, entre otras cosas, clave para que el negocio perdure en el tiempo (nunca mejor dicho). Otra cosa, es la ética empresarial sobre la exigencia de la productividad de los empleados, cómo se entiende, y cómo se valora y gestiona. Pero, esto daría para otro artículo.
Y, ¿qué valor le damos a nuestro tiempo personal?
En ocasiones nos sentimos ocupadisimos, haciendo una cosa y luego otra, y otra más, y cuando acabamos, sentimos la sensación de que lo único que hacemos es malgastar el tiempo, aparte de estar agotados. Pero si no estamos haciendo nada que nos mantenga ocupados, podemos tener la sensación de estar perdiendo el tiempo. ¡Qué contradicción!
Y para liarlo un poco más, en otras ocasiones, sin hacer prácticamente nada tienes la sensación de que has aprovechado el tiempo.
Llegados a este punto, está claro que la valoración de nuestro tiempo depende de muchos más aspectos que solamente poner el cronómetro y ver dónde para.
Somos seres emocionales y nos movemos por emociones. Para mí, el valor del tiempo lo determinan los niveles de las sustancias químicas que segrega nuestro organismo: la adrenalina, la oxitocina, la melatonina, … Imagino que estaréis pensando que nunca habéis medido ninguna de estas sustancias. Se puede, de hecho, hay clínicas que lo hacen y cobran por ello, pero vuestro cuerpo las conoce bien.
Cuando tienes esa sensación de haber ocupado el tiempo en pequeñas cosas agradables para ti, el organismo segrega las llamadas hormonas de la felicidad, que hacen que nos sintamos tan bien.
Ocupar nuestro tiempo en algo placentero para nosotros hace que las horas parezcan más cortas. Tanto es así, que a veces tenemos la sensación de que se nos esfuma el tiempo. Y cuando vivimos una situación en la que no nos encontramos a gusto nuestro cuerpo se queja, nos duele y el tiempo parece que se dilata y las horas se hacen eternas. Por ejemplo, cuando llegas tarde a una cita parece que los minutos van más deprisa. Todo lo contrario, cuando eres tú el que estás esperando.
Es complejo valorar el tiempo y por eso lo medimos. Y medirlo nos permite tener una sensación de control. Sin embargo, no lo controlamos y tampoco podemos controlar lo que sentimos. Si esto no lo ves claro, recuerda los momentos en los que se te erizó el vello y la electricidad te envolvió cual anestesia. En esos momentos, yo creo tener fuegos artificiales dentro de mi cuerpo. Son sentimientos que no controlo.
Conecta por un momento con las bellas sensaciones que tuviste leyendo un libro, paseando por las calles de una bonita ciudad, mirando por la ventana en un día lluvioso, viendo una película, disfrutando sólo o en compañía, … No sé, infinidad de cosas que cada persona valora según sus deseos y que nos aportan un valor incalculable y, a veces, difícil de explicar.
Son esas cosas las que hacen que un minuto pierda importancia y la experiencia vivida sea la protagonista mientras el reloj se queda en la mesilla esperando su turno. Ahí radica, el valor que cada uno le damos a nuestro tiempo. Cuando dejas de estar pendiente de las agujas que marcan las horas y te entregas, sin resistencia, a la alegría, al amor, a la amistad, al placer, incluso, por qué no, a tu trabajo. Sin prisas.
JJ Velasco
Emprendiendo a ser