En el lenguaje cotidiano, solemos asociar la palabra responsabilidad con deber, carga, obligación. Sin embargo, desde la mirada sistémica, la responsabilidad no tiene que ver con el peso que llevamos… sino con la capacidad que tenemos de responder ante la vida desde nuestro lugar adulto y consciente.
La habilidad de responder
Si descomponemos la palabra responsabilidad, encontramos dos conceptos poderosos: respuesta y habilidad. Esto nos invita a pensar que ser responsables significa tener la habilidad de responder. Y no cualquier respuesta, sino una respuesta que nace de la conciencia, de la coherencia interna, del reconocimiento de nuestro papel en los sistemas que habitamos.
Ser responsables es dejar de reaccionar desde el automatismo y empezar a elegir cómo actuar, sin engañarnos a nosotros mismos y por consiguiente al sistema donde se lleva a cabo la acción, ya sea, pareja, familia, trabajo, amigos, etc…
¿Por qué evitamos responder?
Muchas veces no respondemos… porque no queremos mirar. Porque duele. Porque al asumir lo que nos toca, también nos enfrentamos al hecho de que podríamos haberlo hecho distinto. O al miedo de perder algo si actuamos con autenticidad.
Otras veces no respondemos porque esperamos que el otro lo haga por nosotros. Nos colocamos en el rol de víctimas o de niños que no tienen herramientas. En el fondo, es una forma de renunciar a nuestro poder por ocupar el lugar que nos pertenece, lo que hace que el sistema se desequilibre y genere tensiones en forma de conflictos, bloqueos entre los pertenecientes al sistema y lo que es más difícil de ver aun, en el conjunto del sistema.
Desde el enfoque sistémico, esta actitud puede estar vinculada a lealtades familiares invisibles, a mandatos no conscientes (“no lo hagas mejor que tus padres”, “no brilles más que tu hermano”), o a traumas no resueltos que nos mantienen atrapados en patrones repetitivos.
¿Y si no asumimos lo nuestro?
Cuando no asumimos nuestra parte, rompemos la coherencia interna. Sabemos que podríamos actuar, pero no lo hacemos. Esto genera una tensión emocional que muchas veces se traduce en ansiedad, frustración o incluso enfermedades físicas.
Además, colocamos la carga en el otro: esperamos que el jefe, la pareja, la vida, el gobierno… nos resuelvan algo que solo nosotros podemos transformar.
Y en esa dinámica, como hemos dicho antes cedemos nuestra fuerza, además, de que con mucha probabilidad, esta situación nos llevará a sentirnos culpables. Que paradójicamente es una carga mayor que la que consciente o incoscientemente nos daba miedo asumir.
La diferencia entre culpa y responsabilidad
Es importante diferenciar responsabilidad de culpa.
- La culpa nos paraliza, nos ata al pasado, nos hace mirar constantemente lo que hicimos mal, nos quita fuerza y se la entregándosela a los demás.
- La responsabilidad nos devuelve al presente y nos da herramientas para actuar desde el ahora y nos auto-empoderamos.
En constelaciones sistémicas, trabajamos constantemente con este principio. No se trata de buscar culpables, sino de mirar el sistema con amor y decir: “yo me hago cargo de lo mío y tú de lo tuyo”. Lo simple en muchas ocasiones es un paso difícil de dar, pero una vez que se trae a consciencia y se hace visible, es suficiente tremendamente transformador, no solo para la persona del sistema, si no, para el conjunto del sistema.
Asumir la responsabilidad como un acto de amor
Cuando nos hacemos responsables, algo cambia:
- Recuperamos la libertad de elegir.
- Ocupamos nuestro lugar en el sistema.
- Damos espacio al otro para que también asuma lo suyo.
- Cortamos con la repetición de patrones que nos limitan.
- Se disuelven nudos o bloqueos que están limitando aspectos como la comunicación, el dinero, salud, etc…
Y eso es un acto de amor. Hacia nosotros mismos, hacia los que nos rodean, y hacia la vida.
Hacerse responsable no es cargar más… es soltar lo que no somos, y abrazar lo que sí somos. Ser auténticos y consecuentes con nosotros mismos. Y ese lenguaje, el universo, la conciencia universal, la física cuántica, la propia vida, llámalo como quieras lo entiende perfectamente pues no existen divagaciones ni dudas.
En Emprendiendo a Ser, acompañamos procesos donde volver a tu centro, recuperar tu poder y mirar tu historia con otra perspectiva es posible.
Porque la transformación comienza cuando dejamos de culpar… y empezamos a responder.
“El ser humano nace libre, responsable y sin excusas. Si podemos formularnos la pregunta: ¿soy o no, responsable de mis actos?, significa que si lo somos. Lo siguiente es tomar acción”

