Cuando pensamos en un taller de constelaciones, lo primero que nos viene a la cabeza suele ser lo visible: un grupo de personas, un círculo de sillas, una sala tranquila, un facilitador guiando el proceso.
Pero hoy quiero contarte algo más profundo, algo que no siempre se ve: todo lo que sucede antes de que el primer participante llegue, antes incluso de abrir la puerta.
Estos días hemos compartido algunas fotos mías preparando el espacio.
Sí, ahí me ves: colocando las sillas, ordenando los materiales, encendiendo una vela, abriendo las ventanas para ventilar…
Pero hay otra parte, más silenciosa y más sutil, que no aparece en las imágenes. Y, sin embargo, es quizás la más importante.

Ponerse en disposición no es colocarse en el centro: es colocarse al servicio
Preparar un taller no es solo cuidar el entorno externo, es también —y sobre todo— cuidar mi estado interno.
Cuando facilito un taller, no puedo estar en modo automático. No puedo entrar con prisas, ni desde la cabeza, ni desde el “hacer por hacer”.
Necesito presencia. Necesito vaciarme de mis juicios, de mis expectativas, de mis emociones no resueltas.
Necesito escuchar antes de hablar.
Conectar antes de guiar.
Abrirme antes de ofrecer nada.
Para mí, ese proceso comienza mucho antes de que llegue el grupo. Y muchas veces, incluso días antes, ya estoy sintiendo cosas, preparando mental y emocionalmente lo que va a ser compartido.
El lugar desde donde acompañamos lo cambia todo
Desde Emprendiendo a Ser lo tenemos claro: no venimos a “dirigir” procesos.
Acompañamos.
Y para acompañar de verdad, hace falta vaciarse, afinar la escucha, abrir el corazón y confiar.
Me preparo para entrar en ese espacio con la máxima humildad. Para ponerme al servicio de lo que emerja.
Y eso es una decisión consciente.
Una actitud que se cultiva.
Una manera de mirar que requiere respeto, entrega y silencio.
El trabajo empieza mucho antes del taller

Quizá tú llegas al taller a las 10:00… pero yo llevo horas —a veces días— preparando algo que no se toca, pero que se siente.
Las fotos muestran parte del proceso. Pero lo esencial no aparece ahí.
No se ve cómo respiro antes de abrir la sala.
No se ve cómo conecto con el “campo”, ni cómo pido permiso internamente para estar al servicio de lo que cada persona traiga.
No se ve cómo dejo a un lado mis certezas para poder mirar de verdad.
No se ve cómo me dispongo a confiar.
Estás a tiempo de vivirlo
Todavía estás a tiempo de unirte a nuestros dos últimos talleres de la temporada.
Y si estás leyendo esto, quizá no es casualidad.
Quizá algo dentro de ti se está moviendo.
Quizá estás buscando un espacio donde mirar lo que llevas tiempo sintiendo.
Un lugar seguro, íntimo, honesto.
Un lugar donde no se te va a juzgar ni empujar… solo acompañar con presencia.
Si resuena contigo, este puede ser tu momento.
Te espero.
No para decirte quién eres.
Sino para que puedas verte tú, sin miedo, con verdad.

Lo que no se ve… también importa.
Y lo que se siente de verdad, transforma.
Juanjo
Emprendiendo a Ser