Las expectativas son una parte inevitable de nuestra vida cotidiana. Nos guían, nos impulsan, pero también pueden convertirse en una trampa si las seguimos sin cuestionarlas. Hoy quiero contarte una historia sobre cómo descubrí el verdadero peso de mis expectativas y cómo la mirada sistémica me ayudó a liberarme de aquellas que no eran realmente mías.
Todo comenzó un día cualquiera, mientras reflexionaba sobre mi vida y los múltiples «deberías» que parecían dirigirla. Siempre había creído que debía esforzarme por ser el mejor, hacer siempre lo correcto y nunca mostrar debilidad. Estas eran las reglas no escritas que guiaban cada paso que daba. Sin embargo, un sentimiento de insatisfacción comenzó a crecer en mí. A pesar de seguir al pie de la letra estas expectativas, algo no se sentía bien. Pues ni aun siendo capaz de cubrir mis expectativas no conseguía estar en paz. Al final aunque parece una contradicción, lo que parece es que mis expectativas, no cubrían mis expectativas.

Fue entonces cuando me topé con la idea de la mirada sistémica y el autoconocimiento y bienestar emocional. El concepto era fascinante: nuestras expectativas a menudo no son realmente nuestras. Están influenciadas por nuestra familia, nuestra cultura y las generaciones que nos precedieron. ¿Cuántas de las creencias que nos rigen han sido heredadas sin siquiera preguntarnos si nos representan?
Decidí explorar más profundamente y aplicar este enfoque sistémico a mi vida. Comencé por identificar y listar todas esas expectativas que me habían sido impuestas: «Debes ser el mejor», «los hombres no lloran», «para atrás ni para coger impulso». A medida que las escribía, me pregunté sinceramente si estas resonaban con quién realmente quería ser.

El proceso de cuestionamiento fue revelador. Me permitió ver cuántas de mis metas eran en realidad deseos de otras personas que había adoptado como propios. Con cada expectativa que examinaba, me preguntaba: ¿esto contribuye a mi felicidad? ¿Esto me representa? Muchas veces, la respuesta como poco, me generaba dudas y eso me llevaba a no estar cómodo conmigo mismo y a seguir indagando en el tema en cuestión.
La mirada sistémica nos invita a cuestionar estas creencias y a separar lo que es auténtico para nosotros de lo que simplemente hemos heredado. Al entender cómo las expectativas están arraigadas en nuestra historia y en los sistemas a los que pertenecemos, podemos comenzar a liberarnos de aquellas que no nos sirven.
- ¿En qué consisten las Expectativas heredadas?: Lo que la familia, la sociedad o el entorno profesional esperan de nosotros. Muchas veces crecemos con frases como «tienes que ser el mejor», «debes hacer lo correcto», “los hombres no lloran” o “para atrás ni para coger impulso” sin cuestionar si estas ideas nos benefician o nos limitan.
- ¿Qué pasa con las expectativas en el mundo laboral?, las expectativas pueden generar tensión cuando no están alineadas con la realidad o las posibilidades de cada persona. Es crucial comunicar de manera efectiva y coherente para evitar compromisos poco realistas o no están alineados con tus valores o creencias.
- Un área muy importante en nuestra vida son las relaciones personales, esperar que los demás actúen como nosotros esperamos puede llevar a frustración y conflictos. Por ejemplo, si uno espera que su pareja sea detallista y el otro no tiene esa forma de demostrar amor, pueden surgir desencuentros. Dar las cosas por hecho, o hacer las cosas por qué es lo que espera de mí, va a traer consecuencias. Porque al final, tarde o temprano, nuestra realidad se va a mostrar.

Para ayudaros a seguir indagando en el tema, os dejo una serie de ejercicios que espero os ayuden a identificar esas creencias no cuestionadas que nos llevan a generar confusión en nuestro día a día y como transformarlas para poder vivir mas en coherencia con nuestra verdadera manara de ver y estar en este mundo.
- Identificar Expectativas Heredadas: Reflexiona sobre las creencias sobre el éxito o la felicidad que heredaste de tu familia. ¿Cuáles sigues manteniendo sin cuestionarlas? Identifica cuáles siguen vigentes y cuáles ya no resuenan contigo.
- Reformular Expectativas: Detecta expectativas rígidas y conviértelas en opciones más flexibles. Por ejemplo, en lugar de esperar que todo salga perfecto, enfócate en el aprendizaje de cada experiencia. Escribe una expectativa limitante y luego reformúlala en un pensamiento más abierto y adaptativo.
- Soltar Expectativas Limitantes: Visualiza que sostienes esa expectativa como si fuera un objeto en tus manos. ¿Qué pasa si decides soltarlo? Practica respiración consciente para liberar la carga emocional y repite frases de liberación como «Elijo soltar esta expectativa y confiar en el proceso».
Las expectativas pueden ser trampas que nos atrapan o herramientas que nos impulsan, todo depende de cómo las gestionemos. La mirada sistémica me enseñó que cada uno de nosotros tiene el poder de redefinir su camino, separando lo que verdaderamente deseamos de lo que simplemente hemos heredado. Al cuestionar y reformular nuestras expectativas, podemos avanzar hacia un estado de mayor paz y equilibrio interno.
Contarte esta historia es compartir un pedazo de mi viaje hacia una vida más auténtica y satisfactoria. Espero que te inspire a mirar tus propias expectativas con ojos nuevos y a encontrar tu verdadero camino, igual que yo encontré el mío. ¿Estás listo para comenzar tu propia exploración?
